¿A quién se le ocurriría darle una perla a un cerdo? Suena no sólo ridículo, sino fuera de toda ecuanimidad. Sin embargo, el Señor Jesucristo nos advierte:
Mateo 7:6 RVR1960 «No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen»
Sabemos que el Señor Jesús, no está hablando literalmente, sino metafóricamente. Y cuando analizamos bien este versículo, y lo aplicamos a nuestra vida, podemos darnos cuenta que muy posiblemente, en más de una ocasión, hemos dado nuestras perlas a los cerdos y hemos sufrido las consecuencias.
La perla, como todos conocemos, es una joya. Una joya que se forma a través de un proceso doloroso. Este proceso (descrito de manera muy simple) empieza cuando la ostra es penetrada por un cuerpo extraño causándole mucha irritación; naturalmente se activa un mecanismo de defensa dentro de la ostra y comienza a segregar una sustancia alrededor de ese cuerpo extraño. Esa sustancia es llamada nácar. Esto lo hace la ostra durante un largo período de tiempo, envolviendo al cuerpo irritante capa tras capa, y al pasar los años el resultado es una hermosa y bella joya: la perla.
Todos hemos pasado por la experiencia de la ostra, y muchos tenemos perlas dentro de nosotros cuando a pesar del dolor que nos puedan haber causado hemos hecho de esa experiencia irritante, con la ayuda del Espíritu, una joya en forma de enseñanza, de experiencia, de madurez de crecimiento, de sabiduría para ayudar a otros.
Sin embargo, en ocasiones hemos cometido el error de darle del producto de nuestra experiencia, es decir, nuestras perlas a los cerdos!
Leamos lo que dice en el libro de Proverbios:
Proverbios 23:9 RVR1960 «No hables a oídos del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones»
Esto es equivalente a un cerdo pisoteando una perla! Sencillamente, no reconoce el valor de la misma!
Es posible que «nuestra perla» usada para ayudar a alguien pueda provocar ira, malos entendidos, resentimiento; porque así como un cerdo no puede reconocer lo valioso de una perla , así tampoco un necio puede reconocer lo valioso de una corrección, de un buen consejo, de una dirección sabia, otra vez el libro de Proverbios nos enseña:
Proverbios 27:3 RVR1960 «Pesada es la piedra, y la arena pesa; Mas la ira del necio es más pesada que ambas»
Creo que por eso el Señor nos advierte que los cerdos pueden, después haber recibido una perla, volverse en nuestra contra y despedazarnos.
No dejemos de echar nuestras perlas, sólo debemos depender del discernimiento espiritual para saber delante de quién debemos echarlas y así no crearnos falsas expectativas.
Proverbios 9:8 RVR1960«No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te amará»
Tamy Aman.