«Pero yo soy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre» Salmos 52:8 RVR60

Los olivos han crecido en grandes cantidades. Son conocidos por su resistencia. Crecen en muy variadas condiciones- en suelo rocoso o suelos muy fértiles. Pueden enfrentar el sol abrazador del verano con poca agua; son casi virtualmente indestructibles.

No importa cuáles sean las condiciones: frío, calor, seco, mojado, pedregoso, arenoso, el siempre verde olivo vivirá y producirá fruto.

Se dice que nunca podrás matar a un olivo. Aun cuando lo cortes o quemes, nuevos brotes surgirán desde sus raíces.

Pasajes de las Escrituras nos recuerdan que así como el olivo, sin importar las condiciones de la vida, debemos mantenernos firmes en la presencia de Dios- siempre verde (fiel) y llevando fruto.

Una vez que la rama ha crecido lo suficiente, esta se puede cortar en tramos de un metro y plantarse en la tierra. Es de esas plantas que se pueden cultivar excelentes olivos. Un punto muy interesante es que esa rama que ha sido cortada y luego injertada llega a producir mucho mas fruto que si se hubiera dejado intacta.

«Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo» Romanos 11:17 RVR60

Pastor Omar Cáceres

Casa Cordero y León

Tegucigalpa, Honduras.

 

 

 

 

 

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