Cuando el río suena es porque piedras trae

“Cuando el río suena es porque piedras trae” dice un dicho muy popular y tiene un cierto grado de verdad en él. Pero cierto grado de verdad no hace que un dicho sea una verdad absoluta.

Para aquellos que buscamos y seguimos a Cristo, quien afirmó ser la verdad, actuó en base a la verdad, dijo la verdad, nos damos cuenta que este dicho no se aplicó a Su vida, como quizás, en algún momento tampoco se ha aplicado a la tuya.
Cuando estudiamos la vida de Cristo nos vamos a dar que cuenta que hubo muchos ríos que sonaban; ríos de rumores que decían que era un falso profeta, que era blasfemo, que estaba endemoniado, que se exaltaba a sí mismo llamándose hijo de Dios, que iba en contra de la ley de Moisés y algunas otras cosas mas que quizás no quedaron registradas;  pero aunque estos ríos sonaban y su ruido llenaba las ciudades por donde Él pasaba, ninguno de estos ríos de rumores eran verdaderos. En las Escrituras podemos leer de las debilidades y pecados de muchos, pero de Cristo dice que nunca hubo engaño en su boca y que su vida fue sin pecado.
Estas piedras que sonaban eran arrastradas por las corrientes de ríos que surgían de corazones infestados por la religión, por la envidia, por la ignorancia, por la ceguera, por la maldad, por la iniquidad de sus padres, por la ingratitud;  pues muchos de los que se habían beneficiado de Él hablaban en su contra. Eran ríos de aguas contaminadas, aguas amargas que corrían desde sus entrañas.
Si tú estás seriamente comprometido en seguir a Jesús y estás caminando no perfectamente como Él anduvo, pero estás siguiendo Sus pasos, tu propia vida hará que los ríos suenen y que los incautos escuchen y se dejen llevar por los rumores; otros se dejarán arrastrar por las corrientes y serán contaminados. Te aseguro que no es agradable cerrar la boca en momentos en que el ruido de los ríos pareciera más fuerte que tu testimonio, pero esas piedras que van con la corriente de los ríos de rumores, un día quedaran avergonzadas y en silencio; porque el Señor ha prometido preparar un banquete en frente de aquellos que te han causado angustia, aflicción y cualquier agravio.
A todos nos toca un tiempo de ser humillados, pero también de ser exaltados por el Padre. Jesús se humilló a Sí mismo y también fue humillado por sus adversarios. Pero eso no impidió que el Padre lo exaltara hasta lo sumo y le diera un Nombre que es sobre todo nombre; eso habla de autoridad; una autoridad tal, que aún desde el mismo infierno los que se burlaron de Él deben inclinarse y confesar que es Señor de todo. Justamente los que lo humillaron fueron el escalón para hacerlo subir más alto. Muchos de esos que teniendo el corazón de piedra acusaron falsamente a Jesús, rieron el día de Su mayor dolor; pero el dolor de Jesús fue pasajero y con propósito eterno; la burla de ellos también fue pasajera y su dolor durará por la eternidad.
Es posible que te ha tocado en este momento beber la copa de la aflicción que viene por las calumnias, el desprecio de los que un día se beneficiaron de ti; aquellos que levantaste y limpiaste, aquellos que pusiste en libertad, aquellos por quienes te enfrentaste al oso y al león pero que hoy se ríen de tu dolor, hoy se hacen eco de las voces del infierno para afligirte, para humillarte, para poner en tu contra a otros pensando que sirven a Dios. Recuerda, estás llevando las marcas de Cristo y no hay mayor privilegio que ese; duele, pero resiste, tu dolor es pasajero, dará a luz un fruto incorruptible y tu alegría será eterna.
Jesús dijo que de aquellos que creyeran en Él correrían ríos de agua viva!
Y tú ¿qué clase de río fluye de tu vida?
Asegúrate que los ríos que fluyen de ti sean de agua viva, de alabanza y adoración y no ríos de amargura, de resentimiento ni murmuración.
No permitas que el sonido del río de tu adoración y tu alabanza sea silenciado por las piedras que solo hacen ruido. Aquel a quien adoras es mayor que todo y a Su tiempo serás exaltado. El río que fluye de Su mismo trono trae sanidad a las naciones pero también a los corazones.