Uno de ellos por años ha experimentado y disfrutado la orilla. De tanto en tanto ha avanzado hasta cubrir sus hombros con el agua, aprendió a flotar, a nadar; incluso se compró unos lentes para poder ver un poco debajo del agua. Oh que precioso es el mar!
El otro fue más allá de la superficie, ama tanto el mar que quiso conocerlo a mayor profundidad, venció el miedo a lo desconocido, adquirió su traje de buzo y se entrenó para ver y experimentar lo que no se ve a simple vista.
Que aventura! Qué experiencia tan maravillosa! Es tan asombroso lo que ha visto, que sale de la profundidad a la orilla para invitar al otro a conocer más de lo que ama. Y le comienza a contar parte de lo que vió y experimentó, pero el otro le refutaba cada vez diciendo: yo se lo que he aprendido, lo que conozco, tengo muchos años en esta orilla y nunca he visto lo que tú dices haber visto! Si fuese verdad lo que tú me dices yo ya lo hubiese experimentado! Y comenzó a defender su verdad diciéndole a los que se acercan a la orilla: no vayan más allá, no le crean a ese buzo! Es mentira lo que dice! Yo conozco el mar! No hay tal profundidad!
El buzo, como despectivamente fue llamado por el de la orilla, con tristeza le respondió: los dos amamos el mar, pero el hecho de que nunca hayas profundizado en él no te da autoridad para decir que no existe lo que en realidad es; tu autoridad para hablar se limita a lo que conoces porque sólo en parte conocemos y sólo podemos hablar de lo que conocemos, no de aquello que no conocemos.
Vamos! vence tu miedo a lo desconocido y avanza a la profundidad y una vez en ella si no ves nada de lo que he dicho entonces habla con autoridad, pero tu opinión acerca de la profundidad del mar desde la orilla, no cuenta, ni puede anular la verdad.
No estoy compitiendo contigo lo que quiero es que conozcas y disfrutemos juntos mucho más de lo maravilloso del mar que tanto amamos!
«lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido» (1 Juan 1:3-4 RVR1960)
NOTA: Cualquier parecido con la realidad de la iglesia de hoy es pura coincidencia
Gran verdad, precioso comentario que nos hace reflexionar. Me lanzo a las profundidades porque quiero conocerlo a El (mi Señor, mi Dios, mi todo) Dios te bendiga love you
Gracias. Dios te bendiga a ti tambien.