1Cor.15:33 RVR60No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres

 

El apóstol Pablo venía defendiendo el tema de la resurrección de Cristo, algunos decían que no había resurrección y así se fueron gestando ciertas murmuraciones acerca de la fe; a lo cual,  después de defender la verdad de la resurrección; él escribió este verso.

Habiendo reflexionado acerca de este verso, que por demás lo había escuchado mucho antes pero  nunca le había prestado real atención; pude darme cuenta la tremenda verdad que encierra y la revelación que hay contenida en él.

Todos hemos tenido la mala experiencia de una mala conversación.

Analicemos un poco más detalladamente este verso:

Conversaciones: En griego “Homilia”. Esta palabra solo una vez fue traducida, en las Escrituras, como “conversación”. Todas las demás veces fue traducida como compañerismo, comunión, relación. Esto tiene mucho que ver, porque lógicamente una mala compañía, una mala relación, está ligada con una mala conversación.

De hecho se pudiera decir que una de las características de una mala relación son las malas conversaciones.

Es casi imposible tener una buena relación con alguien cuando, siempre o con mucha frecuencia, tenemos malas conversaciones.

Nuestro Señor Jesucristo declaró que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34).

¿Qué es lo que hay entonces en los corazones de aquellos que con frecuencia tienen malas conversaciones? Algo definitivamente está mal; no solo en el contenido de lo que se dice sino en lo profundo del corazón. La naturaleza de nuestro corazón se revela a través de lo que hablamos. ¿Cómo pueden hablar lo bueno, siendo malos? Preguntó el Señor a los fariseos, registrado en el mismo verso de Mateo 12:34.

En Mateo capítulo 15 relata que el Señor Jesús declaró que de la boca sale todo aquello que contamina al hombre; dicho de otra manera todo lo que corrompe al hombre sale de nuestras conversaciones. Todo lo que sale de nuestra boca, el contenido de lo que hablamos, está íntimamente relacionado con lo que hay en nuestro corazón. Del corazón salen los adulterios, las fornicaciones, los falsos testimonios, etc. Pero, ¿de cuál corazón? Del corazón de los que participan en la mala conversación. Tanto el que escucha como el que habla queda expuesto a la corrupción de su corazón por una mala conversación.

Examinemos “mala conversación”: además de lo que se menciona en el libro de Mateo 15, incluye: murmuración, chisme, críticas, calumnias, groserías, (palabras corrompidas) etc. Haríamos bien en concientizar un poco mas allá qué realmente significa cada una de estas palabras:

Murmuración: hablar en perjuicio de alguien que no está presente.

Chisme: es pasar una información que puede ser verdadera o falsa con la intención de dañar a alguien.

Crítica: puede ser constructiva o destructiva, depende de la intención con qué se critique algo o a alguien.

Calumnia: es dar una información falsa de alguien para dañarla.

Groserías: palabras corruptas, cualquier palabra que no usarías delante de alguien que respetas o que estés tratando de mantener una buena impresión.

¿Qué tanto de este tipo de lenguaje o conversaciones usamos en nuestra vida cotidiana?

Prov.18:21 dice que el poder de la vida y la muerte están en la lengua!

¿Qué tanto daño nos estamos causando a nosotros mismos a través de lo que frecuentemente hablamos? Incluso, nos dañamos a nosotros mismos mas que de la persona de quien estamos hablando. ¿Será que algunas de nuestras enfermedades vienen a raíz de lo que decimos? Absolutamente si! Todo está interrelacionado.

En el libro de Números, capítulo 12, encontramos un testimonio de cómo la murmuración puede corrompernos. Nos relata la historia, que María o Miriam y Aarón (hermanos de Moisés) comenzaron a criticarlo, a murmurar acerca de la decisión que él tomó de unirse a una mujer cuzita, al parecer a ellos no le gustó la escogencia de su hermano y se dijeron entre sí: “¿acaso Dios le habla solamente a Moisés? ¿No nos habla también a nosotros? Y dice que el Señor los mandó a salir fuera de la Tienda de Reunión a los tres y se les apareció en forma de nube, llamó a María y a Aarón y les dijo: “Miren a cualquiera de los profetas que se levanten en medio del pueblo yo les hablaré en visión o en sueños pero a Moisés yo le hablaré cara a cara porque él es fiel en toda mi casa” y se encendió la ira de Dios y se fue. Cuando se fue la nube, se encontraron con que María estaba leprosa, la Nueva Versión Internacional (una de las versiones de la Biblia) dice que tenía una enfermedad infecciosa, es decir, una enfermedad contagiosa, y Moisés intercedió para que el Señor la sanara y el Señor le dijo que estuviera 7 días fuera del campamento y después fuese restaurada.

Estar fuera del campamento significaba una relación, una comunión interrumpida, cortada, separada.

Este es un pasaje muy interesante que nos enseña claramente el efecto de nuestras conversaciones en nuestra comunión con Dios, en nuestro propio cuerpo y en nuestra relación con los demás.

Hoy día, la ciencia avala la interrelación que existe entre nuestras palabras y el efecto inmediato en nuestro cerebro, en nuestras emociones y cómo a su vez estas afectan nuestro organismo.

Ahora bien, volviendo al versículo de 1Corintios 15:33, este comienza diciendo: “No erréis”; es decir: no te engañes; no creas que porque tú estás firme o convencido de algo, una mala conversación o compañía no te harán caer. Las Escrituras declaran que definitivamente las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres! El que se cree firme mire que no caiga.

Corromper: según el diccionario quiere decir: dañar, pervertir, echar a perder.

Costumbre: es un hábito adquirido por la práctica. Conjunto de cualidades o inclinaciones que definen el carácter distintivo de una nación o una persona.

¿Cómo es posible que las malas conversaciones tengan el poder para corromper mi corazón de tal manera que mis buenos hábitos o costumbres puedan ser pervertidas? Esto solo lo podemos entender espiritualmente. No es solo lo que decimos, es el espíritu asociado a lo que estamos diciendo. Las palabras están asociadas al espíritu. Jesús dijo: las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. (Juan 6:63).

Cuando nosotros hablamos o declaramos la Palabra de Dios el Espíritu Santo va asociado a esas palabras y es por eso que al escuchar la exposición de la Palabra de Dios, uno se siente animado, fortalecido, sanado, restaurado. Pero cuando hablamos de forma negativa lo que hablamos va asociado espiritualmente al mundo de las tinieblas; los demonios se asocian con lo que decimos!

La corrupción puede comenzar con un simple mal pensamiento, pero luego cuando ha minado tu mente, viene la murmuración o el chisme o la calumnia o todo aquello que se levanta en contra de la verdad, contra la honestidad, contra la integridad, o contra todo lo que sea un valor moral o principio espiritual y al hablarlo, este demonio, de la misma naturaleza, va asociado a esas palabras, a esa mala conversación; contaminando y corrompiendo nuestra manera de pensar y por ende nuestra manera de actuar; trayendo diferentes males a nuestra vida y a la vida de otros.

En Santiago capítulo 3 se nos dice que la lengua, siendo un órgano pequeño se jacta de grandes hazañas. Dice también que la lengua es inflamada por el infierno mismo y altera el curso de la vida. Dice además que si una persona controla la lengua es madura; controla todo su cuerpo.

¿Está el Espíritu Santo asociado con lo que decimos, y si no, quién entonces está?

Cuidemos nuestras conversaciones!

Tamy Aman.

Artículos recomendados

1 comentario

  1. Wow tremendo Gracia Pastora x esa ensenanza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.