No es en vano

Es posible que, el enemigo de nuestras almas, a traves de las malas conductas de personas en quienes nos hemos invertido, te diga una y otra vez: «Nada de lo que hiciste valió la pena». Es muy posible que, mirando las circunstancias, hasta podamos llegar a estar de acuerdo con el mismo espíritu que busca destruir nuestra fe y debilitarnos hasta acabarnos o anularnos en nuestro servicio al Señor.

Si has estado creyendo que todo es inútil, que no importa cuanto te esfuerces no verás ningún resultado; es tiempo de reaccionar! Es importante tomar una decisión determinante de fe, aún a pesar de nuestras emociones.

Nuestra decisión de fe anulará por completo las voces de las tinieblas y su efecto en nuestra manera de pensar, en nuestras emociones y nuestra habilidad para actuar.

En primer lugar, debemos concientizar que no somos responsables del resultado de la obra pero sí de obedecer a Dios en lo que nos mandó a hacer. Por ejemplo, hemos sido llamados a predicar el evangelio a toda criatura pero no somos responsables de la decisión que ellos tomen al escuchar el evangelio. Así mismo, hemos sido llamados a hacer el bien, a amar al prójimo, a servir a nuestros semejantes, a hacer discípulos, entre otras cosas; pero esto no nos garantiza que la gente correponderá a nuestro amor o a nuestras buenas obras.

En segundo lugar, debemos cambiar el enfoque de nuestra expectativa; no esperemos lo que la gente no puede darnos; es posible que esten inhabilitados emocionalmente para responder al amor, al respeto, al servicio o  cualquiera sea lo que hayas invertido en ellos. Pero nunca permitas que la inhabilidad de ellos para responder a lo bueno te inhabilite a ti para hacer lo que es bueno.

Todos lidiamos con el sentimiento de fracaso que trae el no ver los resultados esperados, pero podemos aprender a poner nuestra expectativa en el resultado que viene a nuestra vida por el hecho de hacer lo que es correcto, en vez de esperar los resultados que dependen de la respuesta o de las decisiones personales que cada quien tiene la libertad de tomar.

El Señor hablando de Israel a traves del profeta Isaías dijo lo siguiente:

Dios mismo, hizo todo lo que necesitaba hacer y no recibió lo que esperaba! Esto es asombroso, pero tambien trae descanso a nuestra alma. No siempre vamos a recibir el resultado que esperamos, aún cuando hayamos hecho todo lo que está a nuestro alcance. De hecho, si somos honestos con nosotros mismos, preguntémonos: ¿Estoy dando todo el resultado que se espera despues de haber recibido tanto de Dios?

Nuestra expectativa debería estar en la cosecha que Dios traerá a nuestra vida por cada siembra. Porque ciertamente vendrá! Muchas veces a traves de quienes menos esperamos recibir; a nuestro Dios le encanta sorprendernos!.

En tercer lugar, no permitamos que el enemigo tome ventaja de un mal resultado, etiquetándonos de inútiles e inefectivos; recordemos que Aquel que nos creó fue quien nos llamó a hacer lo que estamos haciendo. El no contrata inútiles en su obra!

Las mentiras del enemigo, al aceptarlas, tienen el poder de debilitarnos y de anular nuestra obra en Dios. Ante la mentira del enemigo, escojamos creer la verdad escrita en:

Muchas veces lo que sembramos no lo vamos a recoger en lo personal; recordemos que a la final, no se trata de nosotros mismos se trata de Cristo a quien servimos para el avance de Su reino en la tierra. Así que nos tocará ver que otros cosechan lo que nosotros sembramos. Pero tambien en otras ocasiones cosecharemos lo que otros han sembrado.

En un sentido muy general podemos decir que hoy hemos cosechado la vida eterna no habiendo sembrado nada! Cristo se dio a Sí mismo por nosotros!

Sigamos firmes, constantes y creciendo porque todo lo que hacemos en El y para El: NO ES EN VANO!