Por favor, respóndeme

¿Sabías que recibir una llamada, un texto, un correo electrónico, o una carta que te hayan enviado de manera personal, o como parte de un grupo al que pertenezcas, te hace un deudor? Sí! te hace deudor de una respuesta.

Por supuesto no me estoy refiriendo a esas cartas o llamadas donde te ofrecen un servicio. Mas que todo, me estoy refiriendo a esos mensajes o llamadas que nos llegan de nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo o estudios y aun mas, esos que nos llegan de nuestras autoridades: nuestros padres, maestros, jefes, líderes en cualquier ámbito en el que nos desenvolvamos y que simplemente decidimos ignorar.

La Biblia nos exhorta a no deberle nada a nadie, y casi siempre usamos este verso para referirnos a las deudas financieras, pero leyendo bien estos dos versículos, nos damos cuenta que el apóstol está hablando también de honra y de  respeto, nos está hablando de amor al prójimo.

Así como seríamos incapaces de no contestarle a una persona que nos habla en persona, porque somos educados y le debemos respeto; exactamente así, es irrespetuoso no contestar una llamada, un correo, un mensaje de texto que vaya dirigido a ti. De seguro la persona que te lo envía o te llama se merece tu respeto.

Estoy segura, que si en algún momento has enviado un mensaje o llamado a alguien esperando una respuesta y te han ignorado, no te has sentido del todo bien; sientes que te deben una respuesta y estás esperando por ella.

En muchos casos, dependiendo del asunto, la persona que espera la respuesta puede preocuparse, estar ansioso, confundido, o sentirse rechazado, ignorado, irrespetado al no recibir respuesta alguna.  Nunca sabremos con exactitud cuántas emociones negativas podemos generar al no contestar un mensaje o no devolver una llamada. ¿Qué nivel de angustia se puede generar en el corazón de unos padres ante la no respuesta de un hijo a su sencillo mensaje: ¿estás bien? ¿Qué nivel de desconfianza se puede generar en el corazón de una recién casada o una novia ante la no respuesta de su amado a un sencillo mensaje como: «¿qué haces?» o «¿dónde estás que no has llegado?» «¿qué pasa que no contestas mis llamadas?».

¿Qué impresión de irresponsable estaríamos dando ante la no respuesta a un mensaje de nuestro jefe o líder pidiendo que rindamos cuentas?

Es muy usual cuando alguien nos debe dinero que le cobremos; la gente usa diversas formas de tratar de recuperar su dinero; así también es muy usual usar diferentes formas de «cobrar» la respuesta que te deben; hacemos preguntas  como: «¿Te llegó mi mensaje?» otras un poco mas directa: «Te envié un mensaje», o «te llamé y no me has respondido». Otros dicen dentro de sí  «me ignoraste yo también te ignoro». Pero eso no resuelve el asunto de la deuda. Hay una deshonra, hay un irrespeto que a la larga terminará por dañar esa relación en particular o se dañará tu habilidad de mantener relaciones interpersonales a lo largo de tu vida. Una sencilla disculpa por no haber respondido o por no haber respondido a tiempo es un gesto muy valioso que puede restaurar una pequeña grieta en la relación.

Hoy día los celulares te dan la opción de no dejar saber a la persona que te envía el mensaje si lo leíste o no, y a veces eso puede hacernos creer que si la persona no sabe que sí lo leímos, podemos simplemente ignorarlo. Solo quiero recordarte que aunque la persona no sepa si leíste su mensaje, Aquel que inspiró estos versos de pagar respeto y honra al que lo merece, sabe muy bien que sí lo leíste y eres deudor de una respuesta.

Si eres de las personas que no contestan mensajes, hoy te exhorto a pagar tus deudas; la persona que se toma el tiempo para escribirte o llamarte está esperando una respuesta, está esperando ser respetada y valorada como persona, así como tú también mereces respeto y honra.

Hoy, es muy posible que alguien esté pensando acerca de ti: Por favor, respóndeme