«Cuando Jesús vio a la multitud que lo rodeaba, dio instrucciones a sus discípulos de que cruzaran al otro lado del lago» Mateo 8:18 NTV

«Luego Jesús entró en la barca y comenzó a cruzar el lago con sus discípulos. De repente, se desató sobre el lago una fuerte tormenta, con olas que entraban en el barco; pero Jesús dormía. Los discípulos fueron a despertarlo: -Señor,  sálvanos! Nos vamos a ahogar!- gritaron. -¿Por qué tienen miedo?- preguntó Jesús-. Tienen tan poca fe!Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma» Mateo 8:23-26 NTV

 

 

Si el Señor te ha dado una promesa o una palabra profética puedes estar seguro de que en camino a ese cumplimiento se levantarán tormentas.
Ellos pensaron que morirían ahí por causa de la tormenta, aún cuando Jesús iba con ellos en la barca. Él claramente les había dado instrucciones de pasar al otro lado del lago.
El peor error que podemos cometer en medio de las tormentas de la vida, es creer que el mensaje que nos da la tormenta es mayor que la palabra que nos ha dado el Señor.

La tormenta se levanta para decirnos: no pasarás al otro lado!, no verás el cumplimiento de la promesa de Dios en ti!, hoy terminó tu tiempo, hoy muere tu esperanza, tengo el poder de destruirte!  Y pudiera añadir muchos otros mensajes parecidos, pero todos tienen en común algo: son mentiras!  La tormenta se levanta como un gigante y vocifera y alardea de su fuerza, tratando de anular el poder de la palabra de Dios en nosotros.
En medio de la tormenta debemos tomar control de la tormenta interior y llevar nuestros pensamientos cautivos a Cristo.
Debemos hacernos esta pregunta: ¿Quién es mayor, esta tormenta o Jesucristo el creador de todo el Universo?
Debemos reafirmarnos en la verdad de que Su palabra se cumplirá, por tanto esta  tormenta no impedirá que mi promesa se haga realidad.
Los discípulos hicieron algo bueno dentro de todo, y fue despertar a Jesús que dormía. Jesús es la Palabra de Dios. Él es el sello de aprobación para cada promesa que el Padre nos ha dado. Por tanto necesitamos despertar esa palabra que duerme dentro de nosotros, esa palabra que duerme tiene todo el potencial para deshacer la tormenta, pero dormida, o en reposo no puede hacer nada.
Es el momento de activar la Palabra, la fe y el poder para crear que viene encerrada en ella.
Debemos hacer lo que Jesús hizo: usó su autoridad y reprendió la tormenta. A ti y a mi se nos ha dado el derecho de ejercer autoridad en Su nombre. Si eres niño en la fe, está bien llamar a Jesús para que Él calme la tormenta, como lo hicieron los discípulos, pero se nos anima a crecer y madurar en la fe. El Señor nos dio ejemplo en todo y nos dijo que haríamos cosas mayores que las que Él hizo.
Así que levántate y en la autoridad de Su nombre reprende los vientos de confusión, las olas de enfermedad, los vientos de desesperanza, las olas de escasez, de calumnias; cualquiera sea la naturaleza de la tormenta que se haya levantado para impedir que pases al otro lado, Vamos, reprende la tormenta!
Tamy Aman.

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2 comentarios

  1. Aleluya! Amen creo en sus promesas que son fieles y en su tiempo las veré cristalizada cada una de ellas. Bendiciones amadas muy edificante es artículo

  2. Excelente artículo !!! Me desafía a llenarme de la palabra de Dios para poder activarla en fe y autoridad en medio de las tormentas de la vida. Bendiciones …

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